miércoles, 13 de agosto de 2008

Violencia por psicosis inducida por drogas psiquiátricas

SOBE EL SUICIDIO Y LA VIOLENCIA

Una enfermedad es la misma no importa quien la sufra. Por ejemplo un diabético puede ser hombre o mujer, oriental, puertorriqueño, sueco, en fin, de cualquier nacionalidad. Y puede ser un individuo amargado o feliz, no importa, porque la enfermedad es la misma, en este caso, diabetes, no importa cómo se comporte el individuo. Comienzo haciendo esta distinción porque el suicidio está considerado una enfermedad mental. Pero una enfermedad no permite la subjetividad y sí el rigor científico, al menos, ese debe ser el paradigma de la medicina: el método científico. Pero el suicidio no admite ese rigor porque si tomas a un individuo que se quita la vida en Puerto Rico y lo colocas en el contexto de una guerra y este se tira encima de una granada y salva así a su pelotón de una muerte segura, lo más probable es que sea condecorado como un héroe. Durante la Segunda Guerra Mundial los japoneses que estrellaban sus aviones contra barcos enemigos eran considerados héroes y mártires. Por lo tanto, el suicidio es un asunto de valoración cultural. Es una tragedia siempre la pérdida de un ser querido. Pero la Salud Mental lejos de ser una solución, propicia el suicidio mediante el uso de drogas tóxicas que según la FDA causan pensamientos suicidas y homicidas. La salud mental hunde sus víctimas en apatía con sus drogas, sus Electrochoques , (que de terapia tienen la equivalencia de golpear al paciente con un bate en la cabeza). Y lo que un individuo que está en mal estado espiritual, mental o existencial necesita son remedios que lo levanten de donde se encuentra, no que lo hundan más, como sucede con la práctica de la Salud Mental. Son los mismos que le enterraban un punzón por el ojo a una víctima para descuartizarle el cerebro al paciente desafortunado y dejarlo zombi. Hoy lo hacen con pastillas y son responsables de suicidios y homicidios cometidos por niños, jóvenes y adultos que han sufrido el insulto de una etiqueta fraudulenta de enfermedad mental para luego drogarlos, muchos de ellos hasta la muerte temprana.

Hay que evitar recurrir al psiquiatra para atender un problema que puede ser agravado por las drogas psiquiátricas. Mucha gente que recurre al psiquiatra es despachada en más o menos quince minutos, sin que medie examen médico alguno y con una prescripción psicotrópica que más medicamento es un arma cargada. En Puerto Rico la prensa no ha investigado el vínculo entre las drogas psiquiátricas y los suicidios, sobre todo en niños. Y hay casos de niños que se han suicidado en Puerto Rico, que por una enfermedad mental ficticia, estaban tomando venenos como Risperdal, droga anti psicótica que no está aprobada por la FDA para niños y que causa pensamientos suicidas. Hay sobre veinte millones de niños en el mundo diagnosticados con ADHD. Esto se pudiera considerar como una conspiración genética, pero prácticamente estaríamos hablando en términos de ciencia ficción. Lo cierto es que el ADHD lo fabricó un comité de psiquiatras, más de la mitad con vínculos económicos con la industria farmacéutica. Y votaron a favor de darle vida a esta farsa psiquiátrica. El niño que no se comporte como el maestro quisiera, sufre el prejuicio de una etiqueta funesta, que releva a la sociedad de responsabilidad y de revisar sus fallas y carga de toda responsabilidad, de forma insidiosa, al cerebro del niño. Lo cierto es que este constituye uno de los peores maltratos de menores, y es propiciado por la ignorancia del estado, sus instituciones y la sociedad, engañados por la fe en los psiquiatras.

Los casos de asesinato en escuelas y univrersidades, recientes, están relacionadas con perpetradores bajo medicación psiquiátrica o en retirada. Eso está documentado pero en Puerto Rico no he visto que ningún reporterose haya molestado en estudiar este ángulo tan pertinente. Por causa del fraude psiquiátrico estamos pagando bien caro, con valiosas vidas destruidas y con dinero, pues los planes médicos se encarecen más de lo debido al cubrir todo un repertorio de enfermedades ficticias, como son las enfermedades mentales, para las cuales los psiquiatras no han presentado una sola prueba que valide la etiología orgánica, biológica de una sola .

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